Cuando La República le hizo una nota a Sofia Kourtesis en el 2021, ella ya era una artista con una sólida proyección internacional. Por aquel año, Kourtesis contaba con tres EP muy saludados por la crítica especializada, principalmente los dos últimos: Sarita Colonia (de cuatro temas, 2020) y Fresia Magdalena (de cinco canciones, 2021).
Pero en 2023, las cosas para Sofía cambiaron radicalmente con la salida de su primer álbum: Madres (Ninja Tune), que no fue más que la confirmación de lo que se esperaba de su trabajo. Temas como “Si te portas bonito”, “How music makes you feel better”, “Funkhaus”, entre otros, sedujeron a sus seguidores y se convirtieron en la puerta de entrada a su poética.
Balances y comparaciones inevitables, no hay mucho que discutirle a la evidencia: lo mejor que le ha pasado a la música peruana del nuevo siglo es la aparición de Sofía Kourtesis, quien en estos días se alista para su participar en la edición 2024 del festival de Glastonbury, que se llevará a cabo del miércoles 26 al domingo 30 de junio. Es decir, su presencia en este mítico y legendario encuentro musical está, literalmente, a nada de romper fuegos sensoriales.
—Esta es una época en la que se juntan todos los festivales y se vienen las giras. Uno se imagina que tocar en los festivales es superdivertido, pero en verdad es bien estresante. Hay que estar coordinando con muchas personas—, le dice Sofía a La República desde Berlín, Alemania, donde reside desde los 17 años.
Nos consta que un festival de la categoría de Glastonbury sea desgastante, pero es así como Sofía se conduce, tal y como la observamos en su última visita a Lima, en febrero pasado, cuando los días 14 y 15 ofreció sendos conciertos, repletos los mismos, en Casa Bulbo de Barranco. Ahí presentó, para su público peruano, Madres. Muy atenta a los detalles, Sofía daba los últimos toques a la logística con su equipo y a la par interactuaba con amigos y conocidos, y con nuevos seguidores arrobados por la fibra festiva de su música. Pero en ningún momento se distrajo de lo que sería la calidad del sonido. Pese a no ser un escenario de grandes dimensiones, ese par de presentaciones le fueron especiales, porque estuvieron su madre y las mujeres de su vida, a quienes dedica su celebrado primer álbum, y también porque lo recaudado se destinó a las ollas comunes que apoya y al colectivo Féminas Perú.
La obsesión de Sofía por el sonido no solo obedece a una exigencia profesional. En este punto, habría que subrayar lo que deberíamos conocer más de ella. Aparte de ser a la fecha una de las mayores DJ de house en el mundo de la electrónica, Sofía fue durante seis años, hasta el 2022, la curadora del Funkhaus Berlin. Esta es una de las más prestigiosas instituciones de la música, por no decir la mejor, a la que van a ensayar y grabar los mejores compositores, las orquestas más reputadas y lo más selecto del rock y pop, como Depeche Mode y U2, por citar un par. A toda esta constelación de estrellas, Sofía los programaba para tocar en el Funkhaus.
—Me hubiese gustado seguir trabajando en el Funkhaus, pero ahora el tiempo no me alcanza. Fueron años increíbles porque el Funkhaus es un templo sagrado de la música. Yo hago música desde la universidad y desde hace diez años estoy con la música electrónica. Lo de las giras y festivales lo comencé hace siete años. Además, uno de mis trabajos más conocidos, Madres, viene de lo que grabé en el Funkhaus. El sonido ahí es muy especial. La historia del Funkhaus me impresionó mucho. Fue la radio pública de República Democrática Alemana de 1945 a 1991.
Pero ¿qué hay detrás de la propuesta de Sofía? Queda fuera de discusión la fuerza de sus ritmos, igual pasa con el contenido de sus letras que, por aparecer poco en sus temas, no dejan de ser significativas. En la vibra del nervio musical, yace lo que la sostiene en un circuito ecléctico que cuenta con millones de adeptos.
—Desde niña leo mucho. Poesía, narrativa, historia. Mi padre era un hombre con mucho contacto con la cultura. Soy una gran visitante de museos. Al lugar que voy, visito sus museos para aprender de su cultura. Soy una persona que trabaja mucho con la cabeza y soy muy visual. Desde niña, mi contacto con el arte es permanente. Mi padre me decía que el arma más poderosa era el libro, todos los libros. De los autores peruanos, me gustan mucho Blanca Varela y César Vallejo.
Sofia quería ser cineasta cuando se fue a Alemania y esa decisión ha sido determinante para su condición de artista, porque la cultura peruana y su barrio en Magdalena, no dejan de acompañarla, y no solo en el ámbito creativo. Su mirada del Perú, no descansa en la contemplación, sino en una activa reflexión.
—De los libros me viene el interés por cuestionarlo todo. Todo lo que vemos tiene un porqué. Me gustan los grandes nombres de la literatura, pero hubo un tiempo, como a mediados de los 2000, en que leía muchos blogs independientes de poesía. Te lo cuento porque también escribo poesía. Releo mucho a Edgar Allan Poe, me gusta Haruki Murakami, Jane Austen, Yuval Noah Harari, cuyo libro Homo Deus recomiendo que lean. Como lectora, soy de gustos muy variados.
Lo dicho nos esclarece algunas inquietudes. Para haber sido la curadora del Funkhaus es porque se debe saberalgo más que música.
—Cuando pienso en Funkhaus, siempre pienso en Bach, Goethe o Schiller, que inspiraron a los arquitectos de Weimar, porque el arquitecto que hizo el Funkhaus fue Franz Ehrlich, amante de la cultura y con una mente muy futurista. Funkhaus se hizo con poesía. No tengo duda de ello.
La propuesta de Sofía podría tener la siguiente lectura: es un llamado que debe haber entre las personas. Una de las razones por las que dejó el Perú, fue por el machismo.
—Yo creo que ahora hay muchas personas que expresan su opinión. Se atreven más. La nueva generación es muy valiente. Las comunidades están más unidas, pero siento que hay todavía demasiados feminicidios, hay demasiada discriminación por género. Sin embargo, en parte logramos avanzar, pero luego retrocedemos. Hace poco escuché de una ley que dice que las personas transexuales son así porque tienen una enfermedad. ¿Es cierto?
Otra lectura de su música sería la de hallar la plenitud tras el dolor, porque sus temas, que universalizan a los ritmos peruanos mientras dialogan con la poesía electrónica, parten de la experiencia personal con enfermedades que afectaron a sus seres más queridos.
—Mi padre me decía que no debemos ser tan felices, ni tan tristes. Había que estar en el punto medio. Entonces, cuando sé que tengo que tocar en Glastonbury o en un Primavera, lo veo como algo bonito y como una responsabilidad para con las personas que me escuchan. Siempre represento a mi país con amor.
