A propósito de lo ocurrido esta semana en Algeciras , varias cuestiones afloran en un debate público que parece resolverse con demasiado trazo grueso. La primera es preguntarse si el Islam es una religión de paz o de conquista violenta. Si nos atenemos al comunicado emitido por la Comunidad Islámica de España, la respuesta es claramente de paz. Insisten en que quienes ejercen la violencia, asesina en este caso, no son verdaderos musulmanes . Si le preguntáramos a un radicalizado, la respuesta sería otra. Ambos utilizan textos del Corán y de la tradición islámica para justificarse. En su libro 'Reformemos el Islam' la escritora Ayaan Hirsi Ali defiende que el Islam no es una religión de paz sino de conquista. La otra cuestión es si el Islam amenaza nuestra cultura occidental de raíz romana, griega y judeo-cristiana o si la amenaza principal está en otra parte, por ejemplo en el debilitamiento de nuestras raíces cristianas. O quizá en la alianza entre las dos. Lo que más desestabiliza a los musulmanes en Occidente no es tanto una sociedad cristiana como una sociedad que quiere excluir la religión, al menos del espacio público. Es lógico pensar que el Islam pretende suplantar a la civilización occidental . Y es cierto que también hay musulmanes que no cuestionan nuestro marco jurídico, aunque sí cada vez más nuestras costumbres y formas de vida. Otros, los radicales, plantean una enmienda a la totalidad. Quizá lo más preocupante es la alianza entre la cultura que está debilitando nuestras raíces cristianas y ese Islam que propone una enmienda a la totalidad. Hablo también de quienes desde el progresismo en vez de condenar la sangre derramada se dedican a condenar a «todas las religiones». Los mismos que defienden los derechos LGTBI y alientan a los grupos musulmanes o se protegen en los medios de comunicación financiados por Estados islámicos. ¿Les suena? Conviene, en esta hora, recodar lo que dijera el Papa Francisco en el discurso al cuerpo diplomático en 2015: «El fundamentalismo religioso, antes de descartar a los seres humanos perpetrando horribles matanzas, rechaza a Dios mismo, relegándolo a una mera excusa ideológica ».