El gran error del Gobierno ante la pandemia, el que le perseguirá cada vez que se hable de ella, fue el de soslayar la contención del contagio para evitar su impacto negativo sobre la manifestación feminista del 8 de marzo. Como nadie parece haber aprendido nada de aquel ni de otros fracasos, el propio Gabinete y las autonomías están volviendo a cometer el mismo fallo, sólo que ahora no es la ideología el objetivo a preservar sino la temporada turística y hostelera de verano. Una bienintencionada razón económica que podría servir de descargo si no fuese porque este virus tiene la mala costumbre de no respetar el calendario y porque hasta para el observador más profano se hace ya evidente...
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