El incendio en el mercado de La Merced, en la Ciudad de México, más allá de las omisiones y las incompetencias gubernamentales que deben terminar si aspiran a subir los estándares de protección civil que tanto se pregonan a raíz de los desastres naturales que han cimbrado al país, expone también los vicios en torno a estos centros de abastecimiento público.
No son exclusividades de ese mercado capitalino los intereses grupales; cada ciudad tiene en su haber, en las bases de la cotidianidad, ciertas ‘mafias’, segmentos pseudo sindicalistas que absorben el control en el manejo, administrativo y político, de los mercados municipales, y entre más grandes, es peor.
Precisamente eso lo que ha provocado que muchos de estos espacios se mantengan sin crecimiento y seguridad, y prefieran ser obsoletos con tal de mantener el autocontrol, antes de aceptar la intervención de los gobiernos abusivos y manipuladores, y que todo mueven en política… y tienen cierta razón.
En La Merced, donde murieron 2 personas y se perdieron 600 locales, algunos entrevistados han aceptado que hay responsabilidad de los locatarios por tener redes de suministros de gas o eléctricos con mucho riesgo, incluso debe haber muchos que infringen la leyes de seguridad y protección civil, permitidas por la comodidad de los gobiernos en turno que prefieren “hacerse de la vista gorda” para evitar conflictos políticos.
Acá en Tamaulipas podrán recordar los choques de grupos políticos antes de la rehabilitación de los mercados municipales de Tampico, toda una afrenta que le ha costado al erario público un encarecimiento de la obra de varios cientos de millones de pesos, entre el costo real y lo que se llevan los hambrientos servidores del pueblo.
Sin embargo, como en La Merced, aproximadamente hace 10 años, un caso similar ocurrió en el mercado de Poza Rica, Veracruz, el cual culminó en un incendio de dimensiones similares.
Debemos entender que estos centros de abasto son públicos, y la responsabilidad, como en el caso del transporte público, es de los gobernantes aunque busquen eludirla a toda costa, y que los concesionarios están obligados a cumplir ciertas condiciones, pero algunos se ostentan dueños y reciben la delegación de poder.
Y en ese círculo vicioso vive usted, amigo ciudadano. _
