La visita del Betis -tradicionalmente un equipo modesto, pero también de los más históricos en la Liga española-, con Guardado y Lainez en sus filas, a canchas mexicanas, sirvió para que los reporteros que lo han sometido a marcaje personal, recogieran la declaración de Guardado, en el sentido de que a los equipos de la Liga MX, como dice el refrán, “en su casa los conocen”; de puertas afuera…, prácticamente nadie.
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La declaración venía a cuento porque, aunque ganaron el partido de su presentación en canchas mexicanas por 2-0, los jugadores del Betis se dijeron gratamente sorprendidos por el nivel futbolístico del Querétaro, su primer adversario en esta gira.
Tenían las referencias de Lainez, que hasta hace poco aún jugaba en el América, y del propio Guardado, quien desde hace varias temporadas corre la legua por canchas europeas. Sin embargo, nunca habían tenido ocasión de ver un partido de la Liga local, ni siquiera por televisión, por una razón muy simple: porque a cambio de que varios canales mexicanos transmiten sistemáticamente, desde hace varios años, partidos de las Ligas española, italiana, alemana y holandesa, y muchos de los mejores encuentros de los más prestigiosos torneos internacionales a nivel de clubes -la Champions y la Europa League, concretamente-, ese interés no está correspondido.
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Por lo demás, lo que se dice acerca de Europa, puede decirse, con las correspondientes salvedades, acerca de Sudamérica…
Los aficionados mexicanos tienen acceso, con cierta frecuencia, a partidos de las Ligas argentina, brasileña y alguna más, y a otros de la Copa Libertadores -la de más arraigo en el Cono Sur-… pero el desconocimiento casi total de lo que sucede en México por parte de los aficionados sudamericanos, explica, por señalar un ejemplo reciente, el desdén de los dirigentes de clubes de aquellas latitudes hacia los equipos mexicanos que encontraron la manera de colarse por la puerta de atrás y participaron durante varios años -un poco a la manera de “Los Gorrones” de la vieja canción de Chava Flores- en la Copa Libertadores.
Y explica, ya encarrerados, el desinterés de los dirigentes sudamericanos por recoger el afán de aficionados y dirigentes mexicanos porque se les invite a la Copa América, a todas luces más prestigiosa que la Copa Oro en que el ganador -México, casi siempre- no pasa de ser el consabido Rey Tuerto en Tierra de Ciegos.
