El populismo penal se refiere a esa manía de los legisladores por reformar el Código Penal y aumentar los años de cárcel para castigar cualquier delito menor que se les ocurra.
Nunca consideran la proporcionalidad del ilícito frente a la pena ni la capacidad de la autoridad para hacer cumplir esa ley. Mucho menos reparan en la saturación de las cárceles.
Un ejemplo “sobresaliente” es la iniciativa del emecista Javier Romo Mendoza. Quiere meter hasta ocho años a la cárcel a quien robe un celular y hasta dos años y medio a quien lo compre.
Su propuesta es que este delito se “castigue de oficio”. Si la Fiscalía del Estado no castiga un homicidio, ¿podrá perseguir de oficio el delito de robo y compra de celulares robados?
Si avanza la reforma, aún en comisiones, está destinada a ser letra muerta. Como tantas similares. No sabemos si es oportunismo o simple ignorancia de nuestros legisladores, pero les pagamos muy bien como para que mínimo analicen la viabilidad de sus iniciativas.
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No hay precedente de una balacera de más de dos horas como la ocurrida el viernes en Jardines del Edén, en Tlajomulco. Estos enfrentamientos prolongados habían ocurrido, sí, pero en municipios del interior del Estado. Por primera vez se desató en la metrópoli.
La reacción de la autoridad, a juzgar por la cantidad de elementos que desplegaron -cerca de 300- fue más brutal en número de efectivos desplegados que estratégica y coordinada, según versiones de quienes presenciaron el operativo.
Con la llegada de la Guardia Nacional el primero de julio habrá mil 400 elementos más en las calles de la ciudad. Eso implica todo un reto en materia de coordinación. Porque ya vimos que más policías no garantizan que los criminales operen y quiten la vida a dos agentes en una mañana.
No se están matando entre ellos, como dice el gobernador. Nos están matando a los nuestros. Este año ya suman 14 agentes asesinados.
