Si hay algo que le preocupa a los empresarios es la política, y si algo le preocupa a los políticos son las empresas. Por eso, no es de extrañar que la ministra en funciones de Economía y Empresa, Nadia Calviño, quisiese celebrar junto a las compañías unos premios que reconocen su labor, o que los emprendedores allí presentes se lanzasen a hablar con ella cuando finalizó el acto.
El intercambio de palabras con quien lidera la economía y el tejido corporativo de nuestro país vale su precio en oro. Aunque lo cierto es que Nadia Calviño fue muy accesible, y escuchó y conversó con todo aquel que se le acercó. Ella y, en conjunto, el Gobierno de Pedro Sánchez fue uno de los protagonistas de la noche. La decisión anunciada dos días después de la victoria electoral de subir el impuesto de sociedades coleó en el Palacio de la Bolsa. A unos no les gustaba, «siempre pagamos los mismos», explicaban. Otros lo asumían con responsabilidad, «toca tirar del carro», afirmaba un asistente.
También fue muy sonada la inminente cita con las urnas, mañana domingo, donde se decidirá el futuro de la mayoría de los gobiernos de las comunidades autónomas y las corporaciones locales, así como nuestros representantes en el Parlamento Europeo. Se compartían previsiones, siempre tomando como referencia los resultados de las generales del 28 de abril. Mientras que, en cuanto a la UE, se repetía el miedo a los populismos y a los partidos antieuropeístas que se ha instalado en el ambiente. «Yo sólo espero que la gente vote con cabeza», asumía uno de los invitados. Aunque el voto con cabeza puede ser variable en función de quién sea su protagonista, pues de eso va la democracia.
La Bolsa de Madrid contó con centenares de asistentes, entre los que estaban los comunicadores Roberto Brasero, Nacho Abad, Silvia Jato o Begoña Alegría, directora de Informativos de TVE, o Luis Lianes. Además, acudieron el doctor Pedro Guillén; el director general del Teatro Real, Ignacio García-Belenguer; el director de Comunicación y Marketing de Ifema, Raúl Díez; el alcalde de Ávila, José Luis Rivas, o la responsable de Asuntos Públicos de Ikea, Ana Lorenzo. Algunos de ellos no habían estado antes allí y alzaban la cabeza para ver los frescos de su techo en los que aparecen las provincias españolas de antaño (incluyendo Cuba y Filipinas), admiraban el ir y venir de cifras de los parqués internacionales en las pantallas y se preguntaban sobre lo viejos que serían los escritorios donde se sentaban los corredores antigüamente. «Dentro de ellos hay siglos de historia económica», manifestaba uno de los curiosos. Y no le faltaba razón. Hasta ahora, lo último que han visto dichos escritorios son las ardientes felicitaciones que se daban a los premiados, que querían ser fotografiados con su galardón. Aunque también recibieron un reconocimiento los organizadores por parte de la ministra, quién llegó a destacar el ágil y buen desarrollo del evento.
