Ayer se cumplieron dos semanas de la tragedia de Tlahuelilpan y suman 124 víctimas fatales por la explosión del ducto de Pemex a causa de una toma clandestina en la comunidad de San Primitivo.
En estos 14 días que han transcurrido nada ha cambiado y mientras se siguen sumando muertes a la lista, familiares y pobladores no han llegado siquiera a la etapa de duelo en la localidad que perdió al menos a unos 80 ciudadanos vecinos de la demarcación.
En hospitales de Hidalgo, Ciudad de México y Estado de México, así como en Galvestón, Estados Unidos, continúan en atención médica 23 personas con diagnóstico reservado. Los esfuerzos, en este momento, están focalizados a que salven la vida, a que sus familiares cuenten con atención y recursos y que se concluya con la identificación de restos por parte de la Procuraduría del estado.
De acuerdo con versiones de pobladores, son más de 70 personas los desaparecidos de la explosión, aunque las autoridades no han confirmado dicha cifra y únicamente se tienen entregados 16 restos que ya fueron analizados en los laboratorios forenses.
Mientras los días transcurren, en la demarcación sigue prevaleciendo un clima de tristeza y de luto; el Centro Cultural de Tlahuelilpan se ha vuelto prácticamente un memorial de fotos e imágenes, de flores y de personas que salen y entran en busca de alguna respuesta.
Los funcionarios del gobierno están presentes, cambian de turno, llegan líderes religiosos, católicos y protestantes, quienes brindan ayuda a la gente que así lo requiere.
Todavía no se definen los planes de acción para el rescate social y económico de Tlahuelilpan, no hay fecha paras entrega de montos económicos o inicio de obras para poder dar empleo, conforme se dijo, tras los hechos. En tanto, las tomas clandestinas siguen apareciendo y esta batalla contra el huachicol apenas parece que está comenzando.
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