De la Champions. Las vísperas, que en el Monasterio de Santo Domingo de Silos es uno de los momentos sublimes del canto gregoriano, son la antesala. Lo que se prepara. Lo que antecede a un gran acontecimiento, hecho o así. En esa religión laica que es el fútbol, el Madrid juega en el Insular su partido de vísperas.
Paco Jémez, que tiene ante sí una hazaña enmarcada dentro del género de la literatura fantástica o metafísica, no es que se juegue mucho contra el Madrid este sábado, es que cada partido de aquí al final es a todo o nada. Y si suma más nadas que todos, el destino será implacable. Contará con Dani, Gálvez y espera, como agua de mayo, a Etebo. El parte de novedades tiene en el Madrid algunas incidencias curiosas. La primera es que se anima el asunto Isco. Lo anima la prensa; algunos aficionados; lo de ser intocable para Lopetegui y lo anima hasta su compañero de Selección, Koke.
Lo anima todo el mundo, menos Zidane. La cuestión se centra en si ¿no será que la Selección no cuenta con los jugadores con los que dispone el Madrid y de ahí la suplencia de Isco? Podría ser. Otrosi, la arremetida contra Zidane, en plena euforia por los tres tantos logrados, los gritos de júbilo del público en el Metropolitano y las felicitaciones de sus compañeros, ¿no teñían de venganza sus palabras? Por ahí quedan y a barajar.
El parte de novedades del Madrid es impecable. Nadie vuelve lesionado. Modric descansó. Cristiano, también. Varane sólo jugó un partido, lo mismo que Nacho. Asensio y Carvajal jugaron y en alza. Marcelo y Casemiro, junto al resto de sus compañeros, colocaron a Brasil como la favorita para el Mundial; Kroos sufrió frente a España y no sólo sufrió ante Brasil sino que, además, perdió. Sí, hoy partido de vísperas. Porque la temporada está en Turín, y todos llegan en formidable estado de forma. Lo ha dicho Karembeu: «No sé que equipo se enfrentará al Madrid en Kiev. Lo que sé es que ellos estarán allí». Así es como hay que afrontar Turín, lo demás es silencio.
