La competencia por la supremacía naval en el Indo-Pacífico es uno de los temas más candentes en las relaciones internacionales de la actualidad. China, bajo el liderazgo de Xi Jinping, ha incrementado significativamente su poderío militar, particularmente en el ámbito naval, lo que pone en entredicho el dominio tradicional de la Armada de Estados Unidos. La rápida expansión de la flota china no solo desafía la posición de Washington en la región, sino que también plantea una amenaza directa a la seguridad y el equilibrio en los mares del mundo.
Un reciente informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales destaca que la flota de guerra de China avanza a un ritmo alarmante, con la cual supera a la Armada de Estados Unidos en algunos aspectos clave, como la cantidad de buques de guerra, submarinos y capacidad de construcción naval.
En el Senado de Estados Unidos, legisladores han expresado su preocupación por la creciente capacidad naval de China, que supera a la de EE. UU. en términos de construcción de buques. El representante John Moolenaar advirtió que la base industrial de defensa estadounidense está en desventaja, lo que podría dificultar la disuasión y una eventual victoria en un conflicto naval con China.
El representante Raja Krishnamoorthi agregó que China podría ganar en una guerra prolongada debido a su capacidad de producción naval masiva. Los expertos sugieren que EE. UU. debe fortalecer su industria de defensa y colaborar más con aliados como Japón y Corea del Sur para contrarrestar la creciente influencia naval china.
La Armada del Ejército Popular de Liberación Marina (PLAN) es el componente naval del poder militar chino y se caracteriza por su impresionante crecimiento y modernización. Con más de 79 submarinos, 50 destructores, 46 fragatas y 3 portaaviones, la flota de guerra de China ha incrementado su presencia en áreas clave como el Mar de China Meridional, Taiwán y las aguas cercanas a Japón y Corea del Sur. Además, China continúa desarrollando su capacidad naval, con nuevos portaaviones en construcción y avances tecnológicos en sus submarinos de ataque.
La constante expansión de la flota china no solo pone en evidencia el desafío a la supremacía naval de Estados Unidos, sino que también plantea un serio desafío para las alianzas militares en la región, como las de Australia y Japón, que se ven cada vez más involucradas en la dinámica de poder naval en el Indo-Pacífico.