El dato de inflación de noviembre fue del 2,4% según informó el Indec. La cifra fue la menor desde julio de 2020 y desató polémicas sobre la medición del indicador.
Fue el propio Indec el que se anticipó a responder una pregunta que sobrevuela: ¿cómo puede ser que la inflación desacelere pero no se condiga con el poder de compra?.
El instituto publicó un hilo que dice "¿Por qué el índice de precios al consumidor no refleja los aumentos de precios de mis consumos?". En él, explica que el IPC no es el equivalente al costo de vida, porque estos últimos varían en el tiempo y tienen componentes subjetivos basados en decisiones de consumo.
"El IPC mide las variaciones de precios de una canasta de bienes y servicios que no se modifica en función de decisiones subjetivas. Y que considera el gasto en consumo de todos los hogares a lo largo de un año, según releva a través de una encuesta especial", explicaron. Para saldar esa confusión, lanzaron su propia calculadora para que, en base a los consumos particulares, las personas puedan evaluar la "inflación propia".
Sin embargo, hay otra discusión en curso que quizás sea la que mayores polémicas genera.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) trabajó en una revisión de la metodología utilizada para construir el índice de precios al consumidor (IPC), es decir en la canasta que toma para relevar la evolución de los precios.
En ella, el instituto dirigido por Marco Lavagna reemplazó la canasta sobre la que se miden los precios. Es que hasta la revisión que impulsó el instituto se tomaba la canasta construida en base a la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004.
En la revisión, pasará a considerar los resultados de la ENGHO 2018. La actualización ya estaba prevista en los planes de trabajo del instituo para el año y no tenían una fecha fija de publicación, aunque se estimaba que estaría antes de fin de año.
Los cambios fundamentales se dan en el peso de los servicios. Según la encuesta de 2004, los alimentos eran los que tenían mayor peso en el gasto de los hogares (31,4%), vivienda y servicios básicos eran el 10,1% y transporte y telecomunicaciones eran el 17,3%.
Al observar los cambios relevados en la ENGHO 2018, se observa que cae el peso de los alimentos sobre el total, aumenta el de vivienda y transporte y telecomunicaciones.
Así, a nivel nacional, el 22,8% del presupuesto de los hogares se destina a alimentos, el 14,5% a vivienda y servicios (agua, luz, electricidad y otros combustibles), el 14,4% solo a transporte y el 5,2% a comunicaciones.
El resto de los gastos se distribuyen 8,7% a recreación y cultura, 6,8% a prendas de vestir, 6,6% en restaurantes y hoteles, 4,4% en servicios varios, 6,5% en salud, entre otros.
Cabe destacar que la tendencia de los últimos relevamientos es de una mayor suba del precio de los servicios que de los bienes. En la última medición, los bienes subieron 1,4% mientras que los servicios aumentaron 4,4%.
El mayor peso de los servicios en la canasta es lo que ha motivado la relevancia de la inflación de la Ciudad de Buenos Aires.
Al respecto, Daniel Schteingart, director de planificación productiva de Fundar, hizo una salvedad y señaló que hay dos razones por las que la inflación de Indec dio por abajo de la de CABA.
"1) Los hábitos de consumo de CABA son bastante diferentes al promedio nacional. En CABA los servicios -que subieron más que los bienes- pesan el 59% del IPC cuando en el promedio del país pesan 34%. En contraste, los bienes ponderan 41% en CABA y 66% en el país. 2) CABA tiene una canasta de consumo más actualizada (que muestra el "changuito" de 2017-18), mientras que la de INDEC es de 2004-5. Más allá de esto, el principal factor es el primero. Si usáramos el "changuito" de 2017-18 a nivel nacional los servicios serían 44% del total, muy lejos del 59% de CABA", explicó.