Aquí la ciudad y la naturaleza se funden y son una sola. Sí, en el mismísimo corazón de los Alpes, la ciudad austriaca de Innsbruck se revela como un destino de ensueño que invita a perderse por su pasado imperial, edificios modernos y a aprovechar al máximo su cercanía con la naturaleza.
Conocida como la joya alpina del Tirol por su arquitectura histórica y sus pintorescas casas con las majestuosas montañas como telón de fondo, sin duda Innsbruck, resulta un lugar ideal para una escapada invernal. Su belleza natural, su encantador casco antiguo y ya, en estas fechas, sus atractivos navideños la hacen irresistible.
Sin duda esta época es de la más mágica en Innsbruck. Y es que la ciudad cada año se viste de gala para recibir la Navidad, con sus mercadillos navideños como indiscutibles protagonistas. Destacan el Christkindlmarkt Altstadt, situado frente al emblemático Tejadillo de Oro, y el bullicioso mercado de Marktplatz, donde brilla un magnífico árbol de cristal Swarovski.
Siguiendo la ruta de sus icónicos mercadillos navideños, en la calle Maria-Theresien Strasse se ubica un mercado internacional que ofrece una gran variedad de productos festivos, mientras que el mercadillo en Hungerburg, al que se accede en teleférico, deleita a sus visitantes con deliciosas especialidades navideñas y con impresionantes vistas panorámicas de la ciudad. Junto a exposiciones de pesebres, villancicos al aire libre, conciertos musicales, las montañas nevadas al fondo, las luces y fuegos artificiales, Innsbruck se convierte en un auténtico cuento invernal, con calles y escenarios que parecen sacados de una película de Navidad.
La magia navideña también realza los sitios históricos más emblemáticos de su casco antiguo, uno de los más bonitos y mejor conservados de Europa. En él sobresale el famoso Tejadillo de Oro, que conmemora la boda del emperador Maximiliano I con Blanca Maria Sforza. Sus más de 2600 tejas de cobre dorado relucen como oro bajo la luz del sol, mientras que el mirador está adornado con relieves y pinturas murales. En el interior, hay una exposición sobre el mencionado emperador y el papel histórico de Innsbruck en el continente europeo.
Sin salir del casco antiguo, la Hofkirche o Iglesia de la Corte, del siglo XVI, alberga un impresionante interior con columnas de mármol, un altar mayor y un cenotafio de mármol negro del emperador, rodeado de estatuas de bronce a tamaño real que parecen custodiarlo.
La ya citada Maria-Theresien Strasse es otro imperdible no solo por el mercadillo, sino porque es una de las calles con más encanto de la ciudad. Con sus impresionantes edificios barrocos y tiendas locales, esta vía peatonal ofrece un ambiente ideal para pasear y admirar el Arco del Triunfo, la Iglesia del Hospital y la Columna de Santa Ana.
Importante es este otro lugar destacado, el Castillo de Ambras, situado en las colinas cercanas. Este imponente castillo renacentista, que fue residencia del archiduque Fernando II, alberga una notable colección de armaduras y arte, con más de 200 obras de artistas tan sobresalientes como Anton van Dyck o Velázquez. Su Salón Español, la Armería y la singular Cámara de Arte y Maravillas hacen de esta visita una experiencia fascinante.
Uno de los muchos tesoros de esta región austriaca son los Mundos de Cristal de Swarovski. A solo unos minutos de Innsbruck, esta maravilla arquitectónica y artística brinda una experiencia multisensorial donde el arte, la gastronomía y la naturaleza se entrelazan para crear un espacio único.
En el corazón del museo, creado por el artista André Heller en honor a Daniel Swarovski, el «Gigante» da la bienvenida a las 20 cámaras de las maravillas (dos de reciente apertura), cada una diseñada por renombrados artistas internacionales que reinterpretan el cristal en formas únicas y sensoriales. Además de exhibiciones que rinden homenaje a grandes figuras del mundo del entretenimiento, como Elton John y Marilyn Monroe, el recorrido se extiende al aire libre, donde se encuentra un fascinante carrusel monocromático de Jaime Hayon y una deslumbrante «nube de cristales» compuesta por más de 800.000 piezas.
Para completar la visita, Daniels Kristallwelten, el restaurante del museo, ofrece un exquisito menú de temporada que permite disfrutar de la gastronomía tirolesa en un ambiente lleno de luz y encanto.
Innsbruck es, por supuesto, un paraíso para los amantes de los deportes de invierno. Muy cerca de la ciudad se encuentran algunas de las mejores áreas para practicar esquí, snowboard y otros deportes de nieve. El Olympia SkiWorld es uno de los centros de esquí más populares, con varias estaciones repartidas en diferentes niveles de dificultad, ideal para esquiadores de todos los niveles.
Otra opción es la estación de esquí Nordkette, que cuenta tanto con un entorno deslumbrante como la posibilidad de esquiar con vistas a Innsbruck. Esta estación es particularmente famosa por sus pendientes pronunciadas y su cercanía al centro de la ciudad, lo que permite que los visitantes puedan ir a esquiar y regresar a Innsbruck en poco tiempo. Además, la estación de Patscherkofel, que albergó eventos de esquí durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 1964 y 1976, es una elección estupenda tanto para esquiar como para realizar caminatas invernales con vistas a la región alpina del Tirol.
Y para despedirse de la ciudad, nada mejor que una vista panorámica inigualable de la ciudad y los Alpes en el trampolín de Bergisel. Diseñado por la arquitecta Zaha Hadid, este trampolín de saltos de esquí forma parte de la famosa competición de los Cuatro Trampolines y cuenta con una plataforma de observación desde la cual se obtienen vistas espectaculares de Innsbruck. Este sitio histórico y arquitectónico también permite disfrutar de un recorrido por sus miradores y del restaurante panorámico Bergisel Sky.
No hay duda, Innsbruck invita a explorar, soñar y perderse en su esencia alpina. Así que, ¿por qué no hacer las maletas y dejarse envolver por la magia de esta encantadora ciudad austriaca?
