Los jóvenes acceden cada vez a edades más tempranas a su primer teléfono móvil y, por ende, a las redes sociales. Un hecho que preocupa y que ha sido motivo de regulación por varios gobiernos. De hecho, Australia, por ejemplo, prepara ya una ley para prohibir que los menores de 16 años puedan usar las redes sociales. Se trata de la ley más restrictiva en esta materia en un país democrático.
La adicción que generan estas plataformas y el fenómeno del «oversharing», o compartir sin control aspectos de la vida privada en la red, son alarmantes. En España, la adicción a las redes sociales se relaciona con el 55% de los síntomas de ansiedad, el 52% de los de depresión y el 48% de los comportamientos agresivos con los demás. Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio «Oversharing: Adictos a compartirlo todo. Consecuencias psicológicas de la adicción a las redes sociales en España», elaborado por el Seguro de Salud de Línea Directa a partir de los resultados de 1.700 encuestas realizadas en toda España en las que se ha medido el tiempo de uso real del teléfono y de las redes sociales de los encuestados.
Para este estudio también se han utilizado instrumentos psicométricos validados y utilizados a nivel mundial en el ámbito de la psicología y salud mental.
La creciente dependencia a las redes sociales como herramienta de validación social y conexión emocional impulsa a muchas personas a pasar mucho tiempo compartiendo detalles de su vida personal buscando reconocimiento y pertenencia. En concreto, pasamos casi el mismo tiempo durmiendo que frente a las pantallas porque vivimos pegados a los smartphones: los españoles pasan de media seis horas al día en sus teléfonos móviles, y la generación Z (de 16 a 30 años) supera las siete horas, de las cuales cuatro las dedican a las redes sociales.
Además, esa adicción a estar enganchados todo el día lleva a los usuarios a compartir más información de lo habitual, sin ser conscientes de que esa sobreexposición tiene consecuencias negativas en su salud mental.
Esto ha traído consigo una exposición demasiado detallada de la vida personal de los usuarios. De hecho, 6,5 millones de usuarios españoles de redes sociales reconocen compartir aspectos íntimos de su vida y el 16% de la población española asegura compartir fotos en sus «social medida» de manera frecuente o muy frecuente.
Si atendemos al análisis en función de las comunidades autónomas, donde hay mayor porcentaje de población que publica de manera frecuente y muy frecuentemente fotografías en sus redes sociales es en Extremadura (20%), seguida de Aragón, Comunidad de Madrid, Galicia y Cataluña (19%). En el lado opuesto se sitúan Navarra (8%), Asturias (9%) y Comunidad Valenciana (10%).
También se ha demostrado que el uso intensivo de las plataformas está detrás de un aumento de los problemas de salud mental. Las personas que pasan más tiempo posteando una vida perfecta en la red son quienes se enfrentan a mayores problemas de salud mental. El 55% de los síntomas clínicos de ansiedad, el 52% de los síntomas de depresión en España y el 48% de los comportamientos agresivos están relacionados con la adicción a las redes sociales.
Otra de las conclusiones relacionadas con cómo afecta el uso de las redes sociales a la salud mental es que quienes no logran gestionar sus emociones correctamente son aquellas personas más vulnerables al «oversharing».
En este sentido, el 30% del «oversharing» se relaciona con la incapacidad para regular las emociones. Además, las personas con menos capacidad para manejar lo que sienten se vuelven más adictas a las redes sociales. De hecho, sentir nervios y la agresividad contra alguien son dos emociones que influyen en el 30% de la adicción a estas plataformas.
De igual modo, se desprende del informe que las pantallas son una estrategia dañina y las personas usan las redes sociales como una estrategia poco efectiva a la hora de manejar las emociones. Es más, el tiempo de uso influye en un 20% de los síntomas de ansiedad, depresión e ira.
La presión por proyectar una imagen idealizada de la vida en estas plataformas lleva también a que los usuarios se comporten como verdaderos «influencers». El 51% tiene su perfil público, y 2,7 millones de personas cuentan con más de 2.000 seguidores. Además, las personas en la red se muestran perfectas y con una vida ideal. Casi cuatro de cada diez usuarios utilizan filtros para eliminar imperfecciones y un 64% de las personas muestra solo felicidad en sus publicaciones, creando una imagen idealizada de sus vidas.
Este comportamiento de mostrar sólo una parte de nuestras vidas puede impactar negativamente en la salud mental de los usuarios dado que tendemos a compararnos con los demás y esto genera frustraciones que, a veces, son difíciles de canalizar.
Este informe se ha elaborado conjuntamente con la experta en Inteligencia Emocional, Ruth Castillo-Gualda, y el especialista en Intervención de la Ansiedad y el Estrés, Juan Ramos Cejudo, ambos profesores de la Facultad de Salud de la Universidad Camilo José Cela.
[[H2:«Gen Z», la generación vulnerable]]
Los jóvenes son un colectivo vulnerable cuando se trata de adicción a las redes sociales y salud mental. La Generación Z pasa, de media, más de 7 horas en sus dispositivos y uno de cada
cuatro pasa más de ocho horas en los smartphones. Según el informe de Línea Directa, el 42% de los jóvenes admite haber pasado más tiempo del previsto en plataformas como Instagram o TikTok. En este contexto, la Generación Z no sólo pasa más tiempo en pantallas, sino que también muestra una mayor adicción a las plataformas y presenta más síntomas emocionales, como ansiedad y depresión que otras generaciones. Además, los jóvenes acuden más a las redes sociales para aliviar sus problemas de salud emocional. El 41% de los usuarios de Generación Z (frente al 23% de la media) reconoce haber recurrido a ellas para aliviar sentimientos de
culpa y ansiedad.