La semana pasada comenté sobre lo que considero que será lo más relevante en 2025 a nivel global, pero desde el lente de un mexicano (“¿Qué nos depara 2025?”, 3 de diciembre). Claramente 2025 va a ser un año un poco ‘monotemático’ con Trump iniciando su segunda administración y lo que puede anunciar, hacer o no hacer. Sabemos que le encanta ser disruptivo e impredecible. Ahora me toca hablar de cómo veo a México en 2025. Dos aniversarios importantes serán los 700 años de fundación de Tenochtitlán y el primer centenario del Banco de México. Asimismo, será año de preparación tanto para el Mundial de Futbol 2026, como para la revisión del T-MEC, junto con los Estados Unidos y Canadá.
Como comenté hace dos semanas en este mismo espacio, en México, el PIB del tercer trimestre de este año por sí solo puede dar la apariencia que la economía se aceleró (“Crecimiento económico: más allá de las apariencias”, 26 de noviembre), mientras que para el año que entra, las perspectivas apuntan a una desaceleración anual similar a la que se vive cada inicio de sexenio (2007: -2.7 puntos porcentuales (pp); 2013: -2.7pp; 2019: -2.4pp). No obstante, es posible que, por un lado, el PIB del tercer trimestre no está mostrando una aceleración y por el otro, que la economía no necesariamente sufrirá una desaceleración similar a la que se ha observado en los primeros años de los últimos sexenios.
Una falsa sensación de aceleración. El INEGI publicó recientemente el PIB para el tercer trimestre de 2024. La economía mexicana creció 1.1 por ciento con respecto al segundo trimestre. Esto parece confirmar que la actividad económica en México se aceleró en el tercer trimestre en comparación con la primera mitad del año, en la que el PIB creció 0.1 y 0.4 por ciento en el primer y segundo trimestres, respectivamente. No obstante lo anterior, ocurrieron varios sucesos atípicos en el primer semestre que no se presentaron en el tercer trimestre, creando efectos de base favorables. Durante los seis primeros meses del año, observamos múltiples bloqueos de carreteras, el gobierno de Estados Unidos detuvo las importaciones de aguacate por varios días, y el software de comercio internacional gestionado por la aduana mexicana falló en varias ocasiones, limitando tanto las importaciones como las exportaciones, entre otros problemas. A esto se suma el hecho de que un número inusualmente elevado de empresas automotrices detuvo sus líneas de producción en el cuarto trimestre de 2023 para realizar el reequipamiento y cambio de modelos, impactando así la producción de automóviles y autopartes en la primera mitad de 2024. Afortunadamente, esta situación se ha normalizado.
El mercado laboral observa debilidad. No obstante lo anterior, el mercado laboral parece indicar una desaceleración más estructural. A pesar de que la tasa de desempleo ha continuado observando una dinámica que la ha ubicado por debajo de 3.0 por ciento por varios meses, el empleo formal se ha estado desacelerando de manera significativa. Probablemente cerraremos este año con una creación neta de empleos formales en el rango de 300 mil plazas, muy por debajo de las 750 mil a 800 mil, que se han creado en promedio en los últimos años. Asimismo, el componente de empleo del propio Indicador IMEF se ha ubicado en terreno de contracción en los últimos 10 meses en el caso del manufacturero y en los últimos ocho meses, en el no manufacturero. Con estas cifras trimestrales, el PIB registró un crecimiento anual de 1.6 por ciento en el tercer trimestre de 2024, y un crecimiento acumulado de 1.8 por ciento, por arriba del consenso de las encuestas de analistas que levantan el IMEF y el Banco de México.
Balance de riesgos para el crecimiento en 2025 sesgado al alza. Pese a lo anterior, el balance de riesgos para el crecimiento de México en 2025 puede tener dos aspectos positivos: (1) Un mejor panorama manufacturero para el próximo año en los Estados Unidos, después de casi tres años de debilidad, debido al cambio en la asignación del gasto de las familias de bienes hacia servicios cuando terminó la pandemia de Covid-19; y como se comentó anteriormente en este mismo documento, (2) las desaceleraciones de inicio de sexenio han ocurrido principalmente por la falta de coordinación en el gasto público entre la administración saliente y la nueva, algo que se aprecia poco probable que suceda ahora al conservar al mismo secretario de Hacienda. Asimismo, dichas desaceleraciones también han ocurrido por errores de política económica, como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en 2018 por el expresidente López Obrador, así como por el cambio que llevó a cabo el expresidente Peña Nieto a la fórmula para otorgar subsidios a las vivienderas en 2013.
El ‘nearshoring’ continúa. No se ha observado un incremento substancial de la Inversión Extranjera Directa (IED) en México. Adicionalmente, la mayor parte de la IED en los últimos años entra en la categoría de ‘reinversión de utilidades’, más que en ‘inversiones nuevas’. Es por ello que una gran cantidad de analistas comentan que el ‘nearshoring’ o no se ha dado o ha sido muy limitado. En nuestra opinión, esto no es cierto. El ‘nearshoring’ está ocurriendo, pero se observa en otros indicadores, menos vistos. El modelo de inversión productiva en México cambió. Las empresas extranjeras ya no quieren llegar al país a construir una fábrica a partir de cero. Desean llegar a un lugar seguro que les otorgue la infraestructura que necesitan, agua y energía eléctrica principalmente, en donde puedan simplemente llegar, conectar sus máquinas y contratar algunos ingenieros que administren su operación. Eso es lo que ofrecen los parques industriales en México y eso no cuenta como IED porque los están construyendo desarrolladores de parques industriales localmente establecidos. El ‘nearshoring’ sigue y también será un pilar de crecimiento en 2025.