Minoxidil, finasterida y dutasterida, inyecciones de plasma rico en plaquetas, terapia con láser de baja intensidad... ¿qué mejoras ofrecen los tratamientos más populares para la alopecia?
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Los antiguos egipcios ya aplicaban ungüentos de hierbas y aceites para prevenir la caída del cabello y hacerlo crecer. En la antigua Roma era grasa de animales, mientras que en la Edad Media se recetaban brebajes de hierbas y sangrías. En aquellos tiempos no se sabía bien por qué a los hombres en concreto se les caía el pelo. Hoy sí lo sabemos, pero a pesar de conocer mejor las causas, aún no se ha descubierto una solución definitiva.
La llamada alopecia androgénica es la forma más común de pérdida de cabello en los hombres, y sus causas son genéticas y hormonales. Se caracteriza por el adelgazamiento progresivo de los folículos pilosos en determinadas zonas del cuero cabelludo, especialmente las entradas y la coronilla. Se estima que la alopecia androgénica afecta aproximadamente al 30% de los hombres antes de los 30 años, al 50% antes de los 50 años y a más del 80% en edades más avanzadas. La alopecia también puede afectar a las mujeres, pero en una proporción mucho menor y con un patrón de pérdida de cabello diferente.
El proceso de pérdida del cabello por alopecia androgénica está mediado por la acción de una hormona llamada dihidrotestosterona (DHT), un derivado de la testosterona que se produce por la acción de la enzima 5-alfa reductasa. En personas genéticamente predispuestas, los folículos capilares son más sensibles a la DHT. Esta hormona acorta la llamada fase anágena (de crecimiento) del ciclo del cabello y, al contrario, prolonga las fases de reposo y caída, lo que lleva a que los folículos produzcan cabellos cada vez más finos y cortos, hasta que finalmente dejan de generar pelo.
Aunque la caída del cabello puede ser una parte natural del envejecimiento, también puede estar asociada a factores como el estrés, desequilibrios hormonales, enfermedades autoinmunes, deficiencias nutricionales o incluso el uso de ciertos medicamentos. En los últimos años se han desarrollado tratamientos tanto tópicos (lociones) como farmacológicos y distintas técnicas para inhibir el proceso hormonal que provoca la caída y estimular los folículos, con diferentes grados de eficacia.
El minoxidil es un vasodilatador tópico, que se aplica directamente sobre el cuero cabelludo y ha demostrado ser efectivo para estimular el crecimiento del cabello en personas con alopecia androgénica. Su mecanismo de acción no se comprende aún completamente, pero se cree que mejora la circulación sanguínea en el cuero cabelludo y prolonga la fase anágena del ciclo del cabello, aquella en la que el folículo está activo y en crecimiento.
El inconveniente del minoxidil es que su uso debe ser constante. Los resultados suelen tardar entre tres y seis meses en hacerse evidentes, y si por cualquier motivo se suspende el tratamiento, el cabello empieza a caerse de nuevo.
La finasterida y la dutasterida son unos medicamentos orales que actúan inhibiendo la enzima 5-alfa reductasa, responsable de convertir la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), la hormona que a su vez debilita los folículos. Hay estudios que han comprobado que tanto la finasterida como la dutasterida pueden frenar significativamente la caída del cabello y, en algunos casos, incluso promover su crecimiento.
Sin embargo, al tratarse de un tratamiento hormonal, su uso está asociado a ciertos efectos secundarios. Hasta un 15% de los hombres que utilizan estos fármacos pueden experimentar disfunciones sexuales como disfunción eréctil, disminución de la libido y menor volumen de eyaculación.
Las inyecciones de plasma rico en plaquetas (PRP) se han hecho más comunes en los últimos años por su uso para ayudar a cicatrizar heridas en traumatismos y lesiones articulares, pero, sobre todo, como tratamiento para la calvicie y para estimular el crecimiento de los trasplantes capilares.
Esta técnica consiste en extraer sangre del paciente, centrifugarla para concentrar las plaquetas y luego inyectar este plasma enriquecido en distintos puntos del cuero cabelludo. Las plaquetas liberan factores de crecimiento que pueden estimular la regeneración de los folículos pilosos y mejorar la calidad del cabello ya existente. Aunque varios estudios han comprobado que hay mejoras significativas en pacientes con alopecia, sin los efectos secundarios del minoxidil o finasterida, no todo el mundo responde igual. Los resultados del tratamiento con PRP son más evidentes al cabo de seis meses en el caso de las inyecciones en el cuero cabelludo, y no son permanentes; los pacientes pueden necesitar inyecciones adicionales.
Otro tratamiento emergente para la caída del cabello son las terapias con láser o luz de baja intensidad (LLLT, por sus siglas en inglés). Consiste en utilizar dispositivos que emiten luz láser de baja potencia en determinadas longitudes de onda. Estas frecuencias de luz penetran en la piel y pueden estimular la actividad celular en los folículos capilares. Se cree que la LLLT funciona estimulando las mitocondrias que generan energía en las células, y también reduce la inflamación y prolonga la fase de crecimiento del cabello.
Aunque los estudios sobre su eficacia son prometedores, muchos han sido financiados por los propios fabricantes de estos aparatos médicos. Una revisión de estudios sin conflicto de intereses llegó a la conclusión de que la LLLT tenía una eficacia similar al minoxidil. Como ocurre con otros tratamientos, no es una solución definitiva, sino que requiere múltiples sesiones y constancia a largo plazo para experimentar alguna mejora.
Como alternativa a la luz láser se pueden encontrar dispositivos caseros que utilizan luces LED en las mismas frecuencias que la LLLT para obtener resultados parecidos. Algunos de estos aparatos tienen el aspecto de un gorro con las luces ubicadas en su interior, que se puede llevar puesto mientras se realizan otras actividades. Los estudios de su eficacia son escasos, pero, como en el caso anterior, algunos han encontrado que esta frecuencia (650 nm, luz roja) de luz LED puede también estimular los folículos. La ventaja de estos dispositivos es su bajo precio, y la comodidad de poder hacer el tratamiento en casa.
Teniendo en cuenta que algunos de estos tratamientos tienen efectos secundarios, o requieren un desembolso o un compromiso importante, es recomendable obtener un diagnóstico por parte de un tricólogo profesional que permita determinar las causas de la alopecia. Esto puede incluir análisis hormonales, estudios de deficiencias nutricionales o una evaluación médica para descartar posibles enfermedades autoinmunes. En algunos casos, puede haber mejoras solo con tratar la dieta o gestionar el estrés, mientras que en otros puede ser necesario un tratamiento farmacológico o más invasivo.