Turrón de Xixona, mantecados, algo para brindar y antes un buen corderet, pero congelado. En los primeros días de diciembre de 1974 ya se miraba de cerca el calendario navideño y los más previsores ya rastreaban la oferta en Alicante. Por entonces, no había color: ganaba por goleada la carne congelada. El cordero, a mitad de precio si comparaba con el fresco. El Mercado Central preparaba su ofensiva: 7.500 toneladas de carne congelada para Navidad. La chuleta, a 125 pesetas el kilo; la pierna, a 110; la paletilla, a 98; y la falda y el pescuezo, a 38. Los vendedores avisaban: «Es congelado, pero de primera calidad y de importación». No sólo bajaba de precio la carne congelada, también era un buen momento para comprar naranjas, mandarinas, coliflores, coles y alcachofas.