Lastres, un encanto costero de Asturias, cautiva con su hermosura natural, su legado histórico y su abundante tradición de mar. Este encantador pueblo, ubicado entre las montañas y el mar Cantábrico, invita a los turistas a adentrarse en su esencia, en la que la brisa marina, las vías estrechas y el gusto de la sidra generan una vivencia inolvidable.
El recorrido por Lastres no es exhaustivo sin ascender al mirador de San Roque. Desde este sitio icónico, se ofrece una vista impresionante del Cantábrico y del casco urbano, que se expande en una combinación de tejados rojizos y senderos en zigzag. La leve brisa que golpea la cumbre fortalece la vinculación de la población con el océano, origen de su historia y prosperidad. Además de su hermosura paisajística, este sitio promueve la reflexión y es ideal para tomar fotografías que permanecerán indelebles en la memoria.
Desde tiempos inmemoriales, Lastres ha desempeñado un papel crucial en la región. Su espigón de 55 metros, que todavía resguarda las embarcaciones frente al furioso oleaje, refleja su persistente batalla contra las cargas marinas. La lonja portuaria, animada en la subasta cotidiana de pescado fresco, es un espacio donde se entrelazan la tradición y la actividad económica, captando la atención de compradores y curiosos.
La localidad también posee un pasado repleto de relatos sobre piratas. El fortín de El Castillo, que actualmente se encuentra en ruinas, fungía como una barrera frente a las incursiones marítimas. Pese a que los piratas ya no acechan, el eco de aquellas travesías anteriores resuena en las leyendas locales y en las historias de sus residentes.
En el núcleo de Lastres se encuentra en su casco antiguo, donde parece que el tiempo ha cesado. Calles pavimentadas, fachadas repletas de flores y balcones con vista al mar conforman un panorama que incita al paseo. En este lugar, es casi imposible perderse, dado que el mar siempre funciona como orientación.
Dentro de sus calles sobresale la Torre del Reloj, un emblema histórico que se remonta al siglo XV y que sufrió una renovación en el siglo XVIII. Esta torre, con su planta cuadrada, desempeñaba roles de campanario y torre de observación, supervisando la circulación de los barcos en el puerto. Actualmente, continúa siendo un emblema de la villa y un lugar de referencia para los turistas.
La gastronomía de Lastres muestra su íntima conexión con el océano. Sin disfrutar de sus pescados frescos en alguna de las acogedoras sidrerías que adornan el pueblo, ninguna visita sería completa. Productos como el besugo, la merluza o el pixín (rape) son elaborados con meticulosidad, potenciados por la excelencia de los productos autóctonos y el matiz singular de la tradición asturiana.
Acompañar estas delicias con un culín de sidra, preparado con el método tradicional del escanciado, es una vivencia que establece una conexión con la cultura y el calor de la zona. En este lugar, no solo la geografía y el mar se entrelazan, sino también cada bocado.
Las Tres Cruces no es simplemente un sitio para contemplar; es un destino para experimentar y vivir. Este pueblo pesquero, con sus impresionantes vistas, su intrigante historia y su deliciosa gastronomía, se distingue como un lugar único en Asturias. Para aquellos que desean desconectarse del ruido, descubrir costumbres o simplemente apreciar la hermosura costera, Lastres es un lugar indispensable.
Ya sea desde el mirador de San Roque, paseando por las estrechas calles del casco viejo o saboreando los sabores del Cantábrico, Lastres tiene el potencial de cautivar a cualquiera que lo descubra.