Desde su debut en la formación musical que le cambió la vida, Victoria Beckham tuvo que arrastar la etiqueta que le colgaron en la industria hasta que pudo romper con ella. En las 'Spice Girls', cada una respondía a un estilo, sobre todo de vestir, con el que se sentirían identificadas las fans. Su actitud en el escenario y su defensa de la moda convirtieron a Victoria en la 'Spice pija', una idea frente a la opinión del público que fue modificándose cuando comenzó a salir con el futbolista David Beckham y estableció signos de lo que podía ser una 'wag' o novia de futbolista. Pero Victoria , al saltar a la fama joven y ser perseguida desde entonces por los fotógrafos, ha ido fraguando un álbum fotográfico público de su vida que provocó sin quererlo una serie de inseguridades en la cantante y ahora diseñadora que no esperaba. «Echando la vista atrás, supongo que era un signo de inseguridad que siempre usara ropa muy ajustada», se sinceraba la exintegrante del grupo noventero en 'The Guardian' acerca de las consecuencias que tuvo en su autoestima la sobreexposición mediática por la que era continuamente perseguida por los fotógrafos. Esa obsesión que se generó por su cuerpo llegó a limitarle tanto su vida que incluso se sometió a dietas para poder ir simplemente a la playa. «No quiero que parezca que me estoy quejando, pero hubo momentos en el pasado en los que no me sentí lo suficientemente segura como para sentarme en la playa y ver jugar a mis hijos», afirmó para 'Grazia'. Con fuerza de voluntad y mucho trabajo psicológico, la mujer del deportista logró superar poco a poco todo aquello con lo que no se sentía a gusto porque lo que realmente importaba era que obsesionarse no le dejaba vivir tranquila. «Mi confianza ha ido creciendo definitivamente a medida que yo he ido creciendo también», aseguraba al medio británico. Sin embargo, todavía hay un problema que arrastra del que no ha podido despegarse y que afecta directamente a la imagen pública que da en los medios y las veces que aparece en los eventos. Una vez, Victoria dejó de sonreír en las fotos y nunca se le volvieron a ver sus dientes en ninguna. Ahora, la diseñadora se ha sincerado y ha explicado el motivo que hay detrás de esa decisión. «¿Pienso en mí misma como en una persona guapa? Por supuesto que no. Pero lo hago lo mejor que puedo con lo que tengo. Veo mis imperfecciones y sonrío: esto es lo que soy y no voy a tratar de cambiarlo», aseguraba que hacía al 'Daily Mail' a sus 45 años cuando se miraba así misma tal y como es. Pero este mensaje inspirador no habría sido capaz de trasladarlo aún a su vida pública, donde la idea de la belleza y la perfección siguen muy presentes por las exigencias y los cánones de la sociedad. Aunque sigue en su tarea de aceptación, a sus 50 años ha querido contar públicamente la razón que le lleva a no sonreír en las fotos y que tiene mucho que ver con las inseguridades que arrastra desde el pasado. Tal y como ha revelado en una entrevista para 'The Telegraph', Victoria se resistiría a sonreír por falta de seguridad. Debido a haber sufrido acné de adolescente, esta «problemática» hacía que sonreír a los fotógrafos le hiciese sentirse «muy incómoda» y nada contenta, por lo que terminaba luciendo seria. La ganadora del premio inaugural 'Marca de Belleza del Año' explicó que se vio en la obligación de ponerse en manos de dermatólogos para poner medidas. «Fue debido a mi piel por lo que me volví muy cuidadosa con lo que comía», ha asegurado que cuida su alimentación también por este motivo. Ahora, aunque le sigue costando sonreír, la obsesión por el posado perfecto ha logrado dejarla atrás y se atreve a posar con poco maquillaje. «Si me hubieras dicho hace unos años que pisaría una alfombra roja para recoger un premio usando solo un poco de corrector y sin base, habría pensado que estabas loca», dijo en la entrevista.