Rosa lleva un año en paro y sin ningún tipo de prestación. Con dos hijos menores a su cargo, cuenta que los días se le hacen «muy cuesta arriba», tanto que teme abrir el buzón. «Es ver sobres de facturas y echarme a temblar. ¿De dónde voy a sacar? Gracias a las ayudas de Cáritas y de otras entidades, si no, no quiero ni pensar qué sería de mi familia». Esta madre soltera, víctima de violencia de género, trabajaba como empleada de hogar hasta que hace ahora un año el coronavirus la dejó con cero ingresos al mes.
Este caso es uno de los cientos que a diario buscan sobrevivir a esta pandemia en Tres Barrios (Los Pajaritos, Candelarias y Madre de Dios) y Amate, donde se localiza la barriada más pobre de España. Aquí la crisis sanitaria ha supuesto «un mazazo» para muchas familias, que, ya venían padeciendo «una situación de deterioro al borde de la exclusión». Rosa y otros tantos vecinos de la zona, desde niños, adolescentes o personas mayores, han cogido la brocha para plasmar en un gran mural colectivo las nuevas necesidades que han traído consigo estos «durísimos» meses del Covid.
La pintura, que ha sido promovida por la Plataforma Cívica Tres Barrios-Amate dentro de las jornadas de reflexión y convivencia ‘Trazando Caminos para la inclusión social’, se puede contemplar en una de las fachadas laterales del centro de salud de las Candelarias, un lugar «muy visible» y «visitable» en estos momentos de pandemia. Así, aprovechando este gran escaparate, durante varias tardes vecinos y entidades del barrio han dejado su huella en este grito artístico de las nuevas carencias. «Todos han cogido pincel o brocha para dejar su aportación en esta pared. Ha sido asombroso ver a niños de Primaria reivindicando sus parques infantiles, la falta de limpieza en sus calles o la escasez de recursos tecnológicos en casa, con esa brecha digital que se ha hecho más que patente ahora en este año de enseñanza on line y teletrabajo. Hay muchos hogares que ni siquiera tenían un aparato o medio de conexión: sin ordenador, sin internet ni tablets», ha explicado a ABC de Sevilla el portavoz de la plataforma, Fernando de Armas.
De igual manera, los adolescentes y jóvenes, muchos de ellos alumnos de Secundaria en compañía de sus padres, también han puesto sus pinceladas. «Hay quien ha denunciado problemas de bullying, falta de espacios donde reunirse, o el desempleo de sus familias con cero ingresos y los problemas básicos de alimentación, pago de facturas de luz y agua, y los alquileres», prosigue María Padilla, voluntaria de la asociación Brigada Muralista de Sevilla, que ha hecho posible esta actividad, en la que han participado activamente, mediante turnos de pintura, los organismos Fundación Balia, la Asociación educativa y social Nuestra Señora de la Candelaria, la Asociación Desal, Safa Blanca Paloma, CEIP Victoria Díez, la Asociación Cima, la Fundación Sevilla Acoge, Save the Children o Cáritas Parroquial, entre otras. Todos ellos han utilizado la creatividad plástica «para conseguir la transformación del barrio, invitando a las administraciones a reflexionar y a buscar soluciones».
El 'muro' de la burocracia
Este gran mural reivindicativo cuenta con diseño del pintor Yuri Iván Candia Millamán y se ha titulado ‘Pintando las voces de nuestros barrios’. Y es que la composición es fruto de una consulta previa a vecinos y entidades de estos barrios, que han ido describiendo los problemas que han tenido desde que se decretara el Estado de Alarma y este virus les cambiara la vida. Así, «se visibiliza la voz del barrio mostrando múltiples interpretaciones, emociones encontradas entre la alegría y la tristeza, la rabia, la desesperación y la esperanza».
En la parte central del mural se ha dibujado una moneda de un euro, que representa «el poder que tiene el dinero», utilizado para satisfacer las necesidades, y que «hace que incluso en estos barrios la comida sea un bien de lujo». Está acompañada de una unión de personas «para mostrar la riqueza cultural y racial, y la unión vecinal y entre entidades», que «denuncia la diferencia de oportunidades en relación a los otros barrios de Sevilla».
Mención especial merece el apartado que alerta del «laberinto de los trámites burocráticos» y «el excesivo tiempo que le toma a los ciudadanos llevarlos a cabo», representado en la sombra del anciano, que se hizo viejo mientras hacía tantos trámites;así como la alusión «a la condición por la que tienen que pasar algunos vecinos al abandonar sus hogares en consecuencia de no tener dinero o un trabajo», ejemplificado con la figura de un hombre y una mujer con una maleta y una puerta tapiada. De aquí saltan ladrillos volando por el muro haciendo referencia a las «carencias de viviendas». Toda esta situación crea en la sociedad de Tres Barrios-Amate «una ilusión manifestada en la fachada en forma de burbujas rellenas con portátiles o productos a los que difícilmente podrán acceder, originando una brecha digital que afecta a los jóvenes».
Por último, se observan papeles volando, que ponen de manifiesto «los deseos de mejora de la ciudadanía del barrio»;mientras que el dibujo de una casa evoca «el hogar que construyen los ciudadanos como una gran familia dispuesta a la lucha» frente a las administraciones. En definitiva, concluyendo que «el cambio es posible».
