Las 14 mujeres que ganaron la elección para ser presidentas municipales en Hidalgo son políticas profesionales, absolutamente conscientes de que navegarían sobre la turbulencia de campañas políticas ásperas.
Para escribir este artículo dialogue con tres de ellas. Se sienten satisfechas del reto que tomaron pero no hay euforia en su balance. No fue fácil ganar un municipio como tampoco será sencillo gobernarlo. Saben del compromiso que tienen enfrente, pero, en un rincón de su cerebro, alojan un sentimiento: las elecciones no son justas. Existe la violencia política contra las mujeres. En las elecciones municipales que de suyo son fragorosas, salen a borbotones los casos de discriminación, prejuicios, intimidaciones y abiertas agresiones que hacen muy injusta la contienda para las mujeres. En los panfletos, los escritos y los cuchicheados, se tocan los límites de la difamación, ofensa y burla. “Cala” dice una de las presidentas electas con las que hable: “a pesar de que te hagas la fuerte, duele el estómago del coraje”. Otra de ellas identificó ya un muro que se debe derribar. Existe una frase –dice—que es muy perniciosa: “la sociedad no está preparada para que la gobierne una mujer”. El contenido de esta frase es falso, es un parapeto de quienes no tienen argumentos, es un disfraz de misóginos y un pretexto de indolentes. Ese muro lo vamos a tirar con buenos gobiernos, promete. Las feministas dicen que los hombres se sienten invadidos en terrenos que consideraban exclusivos y seguramente tienen razón con determinados individuos, pero el machismo tiene raíces hondas. Si en Hidalgo se eligieron sólo a 14 mujeres contra 70 hombres, en esas urnas se expresaron, incluso en mayor proporción, los votos de las mujeres electoras.